domingo, 24 de enero de 2010

Bookless in Seattle (1: Susan)



Susan miró el papel que llevaba en la mano, luego el letrero que había sobre la puerta y asintió con la cabeza. Tras dar una última calada al cigarrillo que sostenía en su mano izquierda, lo espachurró con fuerza contra el cenicero-papelera que había junto a la puerta, donde empezó a estirarse como un gusano perezoso. Después pegó la cara a uno de los huecos cubiertos por cristales polvorientos que se abrían en la puerta de entrada.
Al otro lado, iluminados por una leve luz procedente del fondo de la estancia, miles de libros convivían en un espacio cuadrado y de techos bajos. Los más afortunados se apiñaban en anaqueles adosados a las paredes. Otros, cual inmigrantes de tercera en un trasatlántico, se apilaban en precarias torres en el suelo, algunas de las cuales se habían derrumbado y parecían templos en ruinas de una extinta civilización.
Susan contemplaba aquello con la respiración agitada de un boxeador apaleado que está a punto de tirar la toalla para no llegar al KO. De repente, se dio la vuelta, encendió otro cigarrillo y se puso a pasear por la acera con pasos cortos y nerviosos.

3 comentarios:

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  2. Bueno, bueno, esto comienza a ser más que sugernte. Esperando continuación...

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  3. Así andas?? Qué mal te veo. No irás a sustituir un...¿vicio? por otro. No te eches al tabaco o algo por el estilo, por favor!!!!

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